martes, 8 de mayo de 2018

comentario editorial del 06-05-18

COMENTARIO EDITORIAL DEL 06-05-18

La semana: Han sido diversas las cuestiones las que acapararon la atención en los medios de comunicación, seguimos hablando de la sentencia de  la manada, con las protestas callejeras de rigor.

 

Tanto el jueves como el viernes todos los titulares hacían referencia al comunicado de la disolución de ETA, una disolución  donde exige impunidad y amnistía para los asesinos. Y yo, y supongo que muchos españoles también pedimos que los presos sigan donde están, que cumplan con todas sus condenas y que se resuelvan los crímenes pendientes de esta jauría. También pedimos que se juzgue políticamente al PNV, verdadero recolector de las nueces etarras y sin cuyo apoyo directo e indirecto, esta banda asesina hubiera desaparecido antes. Bueno el PNV y ahora también con el apoyo de Podemos y la UGT.

 

Por otro lado esta semana hemos tenido un festivo con el consiguiente puente, el festivo 1 Mayo, día del trabajo. Y como cada primero de mayo, los liberados sindicales (liberados de trabajar claro esta) de los sindicatos han salido a la calle en las principales ciudades de España para cumplir con un ritual cada vez más grotesco, con sus pancartas oportunistas y unas consignas que son de vergüenza ajena.

 

Los capos de UGT y CCOO no dejaron pasar la ocasión de escarbar en el populismo más aberrante y han hecho suyas las proclamas más demenciales del feminismo y la izquierda más ignorante y liberticida a cuenta de la sentencia contra La Manada. Pues sobre esto giró esta nueva edición del Día Internacional del Trabajo, protagonizado por personajes que no solo no han trabajado en su vida  sino que son enemigos formidables de la creación de empleo y el desarrollo económico, con un recetario totalmente trasnochado.

 

Lo cierto es que UGT y CCOO esquiladores del dinero público, protagonistas de algunos de los mayores escándalos de corrupción de la España democrática, a lo que hay que añadir ahora el apoyo al separatismo catalán y vasco, ya no provocan indignación ante la ciudadanía a la que parasitan. Sus manifestaciones ya no son otra cosa que un espectáculo anacrónico de unos entes que tratan desesperadamente de seguir viviendo a costa de los trabajadores a los que dicen defender, cuando la realidad es todo lo contrario.

García MOLINA


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