lunes, 18 de diciembre de 2017

Comentario editorial del 17-12-17

COMENTARIO EDITORIAL DEL 17-12-17

La semana: Pues como siempre hemos tenido noticias de todo tipo, especialmente desde Cataluña, que como todos sabemos el próximo jueves irán a las urnas, la verdad que el fanatismo del independentismo está poniendo a Cataluña y a España en una situación económica un tanto comprometida, como así lo marcan los índices macro-económicos.

 

Pero nada de eso voy comentar   hoy, entre otros motivos porque estamos próximos a la Navidad y es de lo que toca hablar. Y no lo hago por cuenta de unos grandes almacenes, ni para traerles a la cabeza que en nochebuena habrá que cenar obligatoriamente con los cuñados, a pesar de que el resto del año se estuviese escapando de ellos como si de la peste se tratase. Tampoco pretendo, quien ahora se dirige a ustedes incitarles al consumo, a las harturas ni las grandes borracheras que suelen darse por estas fechas. No lo hago porque la Navidad nos permite recordar a alguien que derramó, derrama y derramará una luz muy superior a la del fenómeno astral que contemplaron hace más de dos milenios unos magos. La historia de la humanidad sería totalmente distinta si Jesús no hubiera venido al mundo, nuestra sociedad, parecería los males típicos de la cultura clásica, la esclavitud, por ejemplo, seguiría siendo algo normal e incluso obligada, porque como señaló Aristóteles, algunos hombres nacen para ser esclavos, las mujeres continuarían casándose a los 12 años, el límite de edad establecido en la Ley de las 12 Tablas, en matrimonios concertados y sufriendo una tasa de mortalidad superior a la de las naciones más atrasadas del actual tercer mundo. Los niños podrían ser abandonados por sus padres en el mismo momento de nacer si así convenía la economía doméstica y casi siempre convenía cuando se trataba de la segunda niña. Los enfermos serían abandonados en las cunetas por los propios parientes para facilitar una muerte rápida y así evitar el contagio y los ancianos no pocas veces recibirían algún tipo de eutanasia, incluso en el seno del pueblo de Israel no solo los "ultra ortodoxos" sino todos, seguirían rezando por las mañanas aquella fórmula que afirma: "te doy gracias señor porque no soy ni animal, ni mujer ni gentil" marcando un muro de separación entre Judíos y Gentiles que solo el cristianismo logró derribar. Entendámonos, sin haber nacido Jesús, seguramente seguiríamos teniendo elecciones y se construirían carreteras y puentes, pero en medio de la tristeza típica de los clásicos, que solo cambió porque nació Jesús y todo ello además, en el supuesto de que Roma hubiera podido resistir a los Bárbaros, porque si al final Godos o Hunos hubieran prevalecido arrasando el imperio nada nos habría llegado de aquella cultura clásica que, al menos en parte, salvó el cristianismo. Tampoco habríamos conocido la fundación de la Universidad en la Edad Media, ni mucho menos los grandes aportes de la reforma, como una cultura bíblica del trabajo, la revolución científica, iniciada en el siglo XVI, la doctrina contemporánea de los derechos humanos, la alfabetización generalizada, la erradicación de la mentira y el hurto, como pecados bienales o la democracia moderna. Nada de eso tendríamos si Jesús no hubiese nacido y la prueba está en cómo brilla por su ausencia, en mayor o menor medida, estos aspectos en aquellos lugares donde no se escuchó o dejó de escucharse el mensaje del evangelio. Por encima de todos esos logros innegables, vinculados al cristianismo, por añadidura millones de personas no habrían sabido a lo largo de estos más de 2000 años lo que es la paz de corazón, ni conocido la esperanza en medio de las dificultades, ni disfrutando de la confianza serena tras la muerte, ni experimentar el gozo del perdón, que no deriva de rituales ni ceremonias, sino solamente del abrazo gratuito de Dios que únicamente puede ser recibido mediante la fe. Jesús ha sido la luz que lo ha hecho posible para millones y millones de seres humanos.

Hoy con mi comentario, no pretendo otra cosa que no sea una reflexión y una invitación, ambas las dirijo a todos los que me escuchan en este día próximo a la Navidad, a los que no tienen voz, a los ancianos, a los enfermos, a los huérfanos, a los deprimidos, a los que están solos, a los que no tienen un empleo digno, a los que sufren, a los que no disponen de alguien que los escuche, a los que no ven futuro, a los que miran alrededor suyo y no encuentran un rostro amigo, a los que lloran, a todos ellos y muchos más, quiero recordarles que la paz, la esperanza, la confianza, el perdón, todo eso y más, se halla a disposición de todos los que abren su corazón a Jesús a pesar de las crisis económicas, de las desastrosas castas que padecemos o de la seguridad, relacionada con el porvenir. Os invito a alegrarse aunque parezca que no hay motivo para ello, en realidad lo hay de sobra, siquiera en estos últimos días del 2017 podamos dar gracias a Dios, porque hace más de 2000 años nació Jesús y su luz sigue iluminando al mundo en las peores negruras. Feliz Navidad.

García MOLINA


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